Nunca está sola porque me tiene a mí.
Porque siempre espera a que llegue cabizbaja a reposarme en ella. Porque es la única que está conmigo, fiel a todo momento en el que me sume la tristeza de pertenecer a un mundo injusto a mis ojos.
Y su presencia, no del todo grata, me revela que este cuerpo no me pertenece y que estos ojos no nacieron para verlo frente al espejo, que también me grita las mismas palabras.
Una y otra vez.